Un nuevo estudio analiza el impacto de las plantas fotovoltaicas en los hábitats naturales

Estudio del impacto de la energía solar en la biodiversidad.

Investigadores del Centro de Investigación en Biodiversidad y Cambio Global de la Universidad Autónoma de Madrid (CIBC-UAM), junto al Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC), han realizado una revisión sistemática de más de 2.000 artículos científicos para identificar los principales impactos de las plantas fotovoltaicas sobre los ecosistemas, proponiendo futuras líneas de investigación para garantizar una transición energética sostenible.

Los investigadores han analizado los efectos de la energía fotovoltaica en diferentes tipos de hábitats, para conocer su afectación en suelos, plantas y animales.

La revisión, publicada en la revista Conservation Letters, concluye que, aunque Asia y Europa encabezan la lista de regiones con mayor capacidad fotovoltaica instalada (59% y 22%, respectivamente), la mayoría de los conocimientos provienen de estudios norteamericanos (48% de los estudios), especialmente de desiertos (41%).

La mayoría de los estudios se centraron en la pérdida o alteración del hábitat (53%), mientras que apenas se han abordado las consecuencias en el microclima o el potencial de los sistemas agrovoltaicos. Por último, el 53% de los estudios se realizaron en una única instalación fotovoltaica, y en raras ocasiones se registraron las condiciones previas a la construcción (8%).

Los investigadores señalan que los paneles fotovoltaicos en zonas áridas tienen un efecto directo sobre el microclima en las estaciones cálidas, generando nuevas zonas de sombra donde disminuye la temperatura y las precipitaciones, pero también las pérdidas de agua, aumentando así la humedad del suelo. También pueden llegar a modificar la composición química y física del sustrato, aunque aún se desconocen los mecanismos que explican estos cambios, según indican.

Las plantas fotovoltaicas producen la alteración y pérdida del hábitat, pues suponen una barrera física que interrumpe los movimientos de los animales, desencadenando cambios en su comportamiento. Además, los paneles fotovoltaicos crean nuevos gradientes de sombra y humedad, afectando a las plantas y alterando el hábitat de otros grupos de animales, con consecuencias sobre sus patrones de uso del espacio. Por último, los organismos acuáticos pueden confundir las plantas fotovoltaicas con cuerpos de agua, convirtiéndolas en trampas ecológicas.

Recomendaciones para la integración fotovoltaica en los ecosistemas

Tras realizar esta revisión, los investigadores han emitido una serie de recomendaciones para el futuro. En primer lugar, según indican, para la instalación de las paneles fotovoltaicos se debe priorizar la prevención de los impactos, empezando por una adecuada planificación del uso del suelo. Asimismo, se han de destinar más esfuerzos de investigación a comprender los mecanismos que explican los impactos observados para poder diseñar medidas de mitigación efectivas.

Igualmente, los autores resaltan la necesidad de diversificar los contextos ambientales y componentes del ecosistema estudiados, con el fin de evitar sesgos en la información disponible. Del mismo modo, se han de emplear diseños metodológicos robustos y protocolos estandarizados que permitan comparar la información obtenida. Por último, es necesario un mayor esfuerzo en evaluar el impacto ambiental acumulativo, para evitar que la instalación de campos pequeños de manera dispersa generen mayor impacto que instalaciones grandes aisladas.

Los investigadores concluyen que el desarrollo fotovoltaico debe ir acompañado de una buena planificación y una gestión adaptativa, asegurando que cada nueva instalación cuente con un seguimiento que contribuya a la adquisición de nuevos conocimientos aplicables en futuras instalaciones, con el objetivo de garantizar que la transición energética no pone en riesgo los ecosistemas y la biodiversidad.

 
 
PATROCINIO
Salir de la versión móvil